Cuento

Había una vez, un lindo gatito de color naranja y unas rayas marrón oscuro que decoraban su cuerpo.
El gatito se llamaba Misu, nombre que eligieron con cariño sus padres.
Misu, tenía por costumbre ir a pasear con su familia, paraban a comer cuando mamá lo decía.
La familia de Misu, era muy normal. Mamá salía de casa para cazar, papá era el primero en comer, después ella y ya lo que quedaba era para Misu.
Este día del que os hablo, mamá estaba muy enfadada y decidieron salir todos juntos para ver porque mamá estaba tan cansada. A lo largo del día pudieron observar cómo mamá iba pendiente de todo, de los árboles, de las sombras, de los manantiales, sin apenas tomarse un respiro para disfrutar del entorno.
Cuando mamá vio un pequeño ciervo, se sentó delante de papá y de Misu y les dijo:
- ¡Hala! Ahí le tenéis. No hagáis ruido y hoy vosotros preparáis la cena. A ver cómo se os da.
Papá y Misu de miraron desconcertados, mamá se había cansado de alimentarles y quería que valoraran su esfuerzo diario.
Entonces, papá tomó las riendas y, hablando en voz muy baja, le dijo a Misu:
- Misu, tú acércate muy despacio, sigiloso, que vamos a cazar para que mamá se sienta orgullosa de nosotros.
- vale, papá, voy - respondio Misu
Poco a poco, papá y Misu se iban acercando al cervatillo, despacito, procurando no pisar hojas secas. De pronto, el cervatillo olfateó el aire, se giró sobre si mismo y, al no ver nada, volvió a pastar, pero "crac", Misu pisó una ramita seca, el cervatillo volvió a olfatear y se fue corriendo. Papá empezó a seguirle, mientras Misu animaba a su padre para conseguir la pieza, a lo lejos mamá lo observaba todo, y no podía parar de reír.
En ese momento, papá se dió la vuelta observó como mamá se reía y como Misu saltaba de alegría, se acercó todo serio, todo lo serio que podía y les dijo:
- ¡Basta ya! ¿Os parece bien reiros de un pobre tigre que no puede cazar?
Misu se puso muy serio, pero mamá seguía desternillandose de la risa, y papá, ya no pudo aguantar más y también empezó a reírse.
Al ver tanta algarabía Misu se acercó a sus padres, se abrazaron y fueron corriendo a buscar otra pieza, ya que, a partir de ese momento, nunca más mamá estaría sola, ellos iban a acompañarla y a ayudarla siempre, todos los días, porque el trabajo, en familia, es mucho más fácil para todos

Comentarios

Entradas populares de este blog

Simplemente, YO

MAMÁ

Mila